Acaz y Ezequías, Padre e Hijo.


 ¿Alguna vez ha justificado sus acciones por el ambiente en el que se encuentra o por las acciones de su familia? Quizá es una pregunta incómoda pero que cada uno responderemos de la manera más sincera a nosotros mismos, porque efectivamente podemos estar arrastrando con problemas que nos han heredado nuestras familias o ambiente en el que crecimos, pero en el Señor podemos decidir ser como una hoja en blanco y que Él sea el que escriba en ella.

Por esta razón, en el blog de hoy quisiera hablar de Ezequías; su padre fue Acaz, una persona que iba en contra de la voluntad de Dios, en la Biblia podemos encontrar cómo él ofrecía sacrificios y creó imágenes de otros dioses, inclusive llegó a pedirle ayuda a los reyes de Asiria para que lo ayudaran y les entregó todo lo que había en el templo del Señor, siendo esto su ruina y también la del pueblo de Israel

“De esta manera el SEÑOR humilló a Judá, porque Acaz, rey de Israel, había fomentado el desenfreno en Judá y había cometido gran infidelidad contra el SEÑOR” 2 Corintios 28:19  

Por otra parte, Ezequías se dispuso a marcar un cambio en esta historia,porque aunque su padre no hizo lo correcto, él fue un rey que empezó a ejercer su cargo con tan solo 25 años y  en 2 de Crónicas, podemos observar cómo él se dispuso a poner en orden al pueblo, velando que se cumpliera la voluntad del Señor, y por esto tomó una serie de acciones entre las cuales restauró el culto en el templo, derribó los altares, quebró estatuas de ídolos que había sido por obra de su padre y además, ofreció holocausto al Dios para agradarlo.

“De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Jehová su Dios.  En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado” 2 de Crónicas 31:20

Si continuamos leyendo la historia, podemos observar cómo Dios lo escuchó, lo libertó de los asirios e inclusive, estando a punto de morir, le otorgó 15 años más de vida.

Ojalá que al igual que Ezequías, cada uno de nosotros no se deje vencer o arrastrar por el pasado de nuestros familiares, sino que seamos luz y que busquemos cumplir la voluntad de Dios en el lugar donde nos encontremos, para que el favor y misericordia del Señor ¡nunca se aparte!

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